Durante las últimas sesiones, la divisa ha retrocedido hasta los 99.7 puntos, alcanzando su nivel más bajo en dos semanas. Este movimiento refleja una creciente incertidumbre tanto interna como externa, convirtiéndose en un factor clave en el ámbito global.
Entre los elementos internos que han alimentado esta presión destaca, sin lugar a dudas, la reciente rebaja crediticia de Moody’s a la deuda soberana estadounidense de Aaa a Aa1, eliminando así la última calificación máxima que el país mantenía entre las grandes agencias calificadoras. Esta acción se fundamenta en el preocupante incremento de la deuda pública, que actualmente se sitúa en 36 billones de dólares y se proyecta a niveles superiores al 130% del PIB para 2035, así como el creciente déficit presupuestario, que podría alcanzar el 9% del PIB en el mismo horizonte.
La rebaja de Moody’s es la tercera consecutiva, luego de acciones similares por parte de Standard & Poor’s (2011) y Fitch Ratings (2023), que también citaron el deterioro fiscal y la polarización política que dificulta consensos duraderos sobre reformas clave, como los planes tributarios. Esta pérdida generalizada de la máxima calificación representa un mensaje claro al mercado sobre la necesidad de una política fiscal sostenible y eficiente.
A este panorama interno se suman las tensiones globales relacionadas con negociaciones monetarias recientes con Japón y Corea del Sur. La creciente especulación sobre la posibilidad de que Estados Unidos busque deliberadamente debilitar el dólar para corregir desequilibrios comerciales recuerda escenarios como el Acuerdo Plaza de 1985, cuando se implementó una estrategia coordinada de depreciación del dólar.
En particular, las recientes conversaciones con Corea del Sur, que resultaron en una apreciación significativa del won surcoreano, subrayan la potencial disposición estadounidense hacia una política del dólar más débil, aumentando las dudas y generando incertidumbre adicional en los mercados.
Además, resulta fundamental mantener atención a las discusiones fiscales en Washington, especialmente en torno a la propuesta de recortes tributarios impulsada por Trump, que enfrenta fuertes resistencias internas. Esta parálisis legislativa incrementa la incertidumbre fiscal y puede profundizar aún más las presiones sobre el dólar.
A pesar de estas dinámicas adversas en el corto plazo, es importante considerar que la profundidad de los mercados financieros estadounidenses y el estatus del dólar como moneda de reserva global ofrecen cierta protección contra impactos. No obstante, la situación actual representa un llamado de atención sobre la fragilidad fiscal y la urgencia de medidas concretas para restaurar la confianza financiera global.
Desde una perspectiva técnica, la atención vuelve al nivel del 61.8% de retroceso de Fibonacci de la operativa alcista desde los mínimos recientes, donde actualmente se ha registrado el mínimo de 2025. En caso de que este nivel sea vulnerado, podría indicar una debilidad más amplia y abrir la puerta a una posible caída hacia la directriz ascendente mensual, ubicada alrededor de los 97 puntos para el billete verde.
En resumen, los factores fiscales internos y las tensiones comerciales externas están configurando un escenario desafiante para el dólar estadounidense.
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