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Según las estimaciones recopiladas por FactSet, se espera que el S&P 500 registre un crecimiento interanual de beneficios del 7,9% en el 3T 2025, lo que, de cumplirse, supondría el noveno trimestre consecutivo de crecimiento. En cuanto a los ingresos, se prevé un crecimiento interanual del 6,3%, un ritmo que no solo marcaría la segunda tasa más rápida desde el 3T 2022, sino también el vigésimo trimestre consecutivo de crecimiento de ingresos para el índice de referencia.
Dicho esto, al acercarnos a la temporada de resultados, el S&P 500 sigue considerándose “sobrevalorado” según los parámetros tradicionales de valoración, con un PER adelantado a 12 meses situado en 22,5, muy por encima tanto de la media de 5 años como de la de 10 años. Con todo, esta situación se mantiene desde hace tiempo, y estas elevadas valoraciones ni han frenado el reciente rally ni, por sí solas, constituyen un motivo de pesimismo.
Al profundizar a nivel sectorial, se espera que ocho de los once sectores del índice registren un crecimiento interanual de beneficios, liderados por el sector tecnológico. De los tres sectores en los que se prevé una contracción interanual de ganancias, el energético se perfila como el rezagado. Curiosamente, también será el único sector que no reportará crecimiento interanual de ingresos, ya que la agenda de perforación de Trump —el “drill baby, drill”— tiene dificultades para despegar y los precios de referencia del crudo siguen bajo presión.
Como suele ser habitual, la temporada de resultados comenzará con los principales bancos de Wall Street, encabezados por JPMorgan, que publicará sus cifras antes de la apertura el 14 de octubre. Las perspectivas para el sector bancario son relativamente positivas de cara al cierre del año, no solo porque los entornos monetario y regulatorio se vuelven cada vez más favorables, sino también porque el tan esperado repunte en la actividad de fusiones y adquisiciones (M&A) finalmente parece estar ganando tracción.
La atención de los inversores también se centrará, como era de esperar, en los resultados de las acciones de las “siete magníficas” a medida que avance la temporada, con la mayor parte de estos informes previstos entre finales de octubre y principios de noviembre.
En cuanto a este grupo, las siete compañías cotizan ya en terreno positivo en lo que va de año, después de que Apple pasara al verde a mediados de septiembre. Se espera que esta temporada sea positiva, incluso si el listón de las expectativas es muy alto, con unas ganancias del 3T que habrían aumentado un 12,1% interanual, acompañadas de un crecimiento de ingresos cercano al 15% interanual.
Más allá de las cifras, los participantes del mercado se centrarán especialmente en la orientación que ofrezcan los gigantes tecnológicos, en particular sobre el gasto de capital relacionado con la inteligencia artificial en los próximos trimestres y, quizá lo más importante, en cómo es probable que este capex se monetice en el futuro. En este sentido, ya se observaron avances notables en el 2T, con un impulso que claramente comienza a tomar la dirección adecuada.
Tomando perspectiva, la próxima temporada de resultados se perfila como una prueba importante para el mercado, después de que la renta variable haya repuntado con fuerza desde el mínimo posterior al Día de la Liberación, a mediados de abril, y con los principales índices entrando en la temporada de reportes en, o muy cerca de, máximos históricos. El sector tecnológico, en particular, parece estar “valorado a la perfección” justo cuando se avecinan estas cifras clave.
En resumen, el caso alcista que ha impulsado al mercado en los últimos seis meses descansa sobre tres pilares principales: un sólido crecimiento de beneficios, una economía estadounidense resistente y, ahora, la expectativa de que el contexto monetario se volverá cada vez más flexible en los próximos meses. De manera evidente, el primero de esos pilares será sometido a un escrutinio cercano en las próximas seis semanas.
Si los beneficios resultan tan sólidos como se espera, o incluso mejores, la senda de menor resistencia debería seguir apuntando claramente al alza de cara al cierre de año, especialmente con la reaparición del “Fed put” dando confianza adicional a los inversores para seguir asumiendo riesgo. Aunque existe cierto riesgo de corrección si la temporada de resultados decepciona, cualquier retroceso en la renta variable debería seguir considerándose como una oportunidad de compra, siempre y cuando la economía subyacente se mantenga firme
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