Esta caída ocurre en un entorno marcado por una recuperación sostenida del dólar estadounidense y un relativo optimismo comercial temporal que ha aliviado parcialmente la incertidumbre en el frente de las guerras comerciales.
Uno de los principales factores que han influido en esta presión sobre el metal dorado es el reciente repunte del dólar. El índice del dólar (DXY) ha extendido su recuperación hasta niveles de 97.7 después de haber tocado mínimos multianuales a principios de julio. La reactivación del billete verde responde en gran medida a las expectativas generadas por el aplazamiento de los aranceles comerciales anunciados por el presidente Trump, cuya implementación ha sido pospuesta del 9 de julio al 1 de agosto. Este movimiento ha generado un alivio temporal en los mercados, disminuyendo la demanda por activos refugio tradicionales como el oro.
Además, los datos macroeconómicos recientes en Estados Unidos han contribuido a esta presión bajista. El sólido reporte laboral publicado la semana pasada mostró cifras mejores de lo esperado, mitigando temores sobre una desaceleración económica inminente y, con ello, disminuyendo las probabilidades de que la Reserva Federal proceda a realizar recortes agresivos en las tasas de interés. Este panorama económico más robusto ha impulsado al alza los rendimientos de los bonos estadounidenses, especialmente el bono a 10 años, que ha recuperado el nivel del 4.4%. Como el oro no ofrece rendimiento alguno, este entorno de mayores tasas de interés incrementa el costo de oportunidad de mantener inversiones en el metal precioso, ejerciendo presión negativa adicional sobre su precio.
Cabe destacar que, aunque la incertidumbre económica generada anteriormente por datos negativos de creación de empleos privados se ha visto momentáneamente aliviada por estos recientes reportes positivos, los mercados mantienen la cautela, a la espera de nuevas señales de la Reserva Federal. En particular, los inversionistas aguardan con expectativa las minutas del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) que se publicarán mañana miércoles, buscando indicios más claros sobre la futura dirección de la política monetaria en Estados Unidos.
En paralelo, el entorno comercial continúa siendo una variable crítica. Las amenazas iniciales del presidente Trump de imponer aranceles del 25% a importaciones provenientes de Japón y Corea del Sur generaron preocupaciones iniciales que fueron parcialmente disipadas por el reciente aplazamiento. Sin embargo, la posibilidad de futuras tensiones comerciales persiste, y cualquier nuevo desarrollo desde la Casa Blanca será seguido de cerca por los mercados.
Desde una perspectiva técnica, el oro enfrenta renovadas presiones tras haber sido incapaz de superar la resistencia clave en los 3,420 dólares por onza. Actualmente, el nivel de soporte inmediato se sitúa en 3,270 dólares por onza, correspondiente al relevante retroceso de Fibonacci del 23.60%. De vulnerarse este nivel, podríamos observar una continuación de las caídas hacia el siguiente objetivo técnico ubicado en los 3,150 dólares por onza, coincidiendo con el retroceso del 38.20%.
En resumen, aunque el oro continúa siendo atractivo como activo refugio en el largo plazo, en el corto plazo enfrenta desafíos importantes derivados del fortalecimiento del dólar, un entorno económico estadounidense relativamente optimista, y el incremento sostenido en los rendimientos de los bonos del Tesoro. Los próximos eventos, particularmente las minutas del FOMC y cualquier novedad comercial desde Washington, serán fundamentales para determinar la trayectoria inmediata del metal dorado.
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